por pablo americo
the boys y watchmen
Mientras las películas de Scorsese pelean por conseguir un lugar en las salas de cines, atestadas por las producciones de la megacorporación Disney, más de un crítico ha señalado que la mayor diversidad y oferta de contenidos audiovisuales se desarrolla entre la televisión de cable norteamericana y los servicios de streaming dominados por el algoritmo. Lejos de querer ser furgón de cola de esas locomotoras de pensamiento, en este breve artículo quiero señalar cómo dos series de televisión estrenadas este año (“The Boys” y “Watchmen”) marcan la entrada de lo que podríamos llamar el “cómic de superhéroes contracultural” al mainstream del consumo cultural.
Aunque podemos pensar en varias películas de superhéroes de “genero alternativo” o “contracultural” (Super de James Gunn, Chronicle del infame Josh Trank, o las dos adaptaciones de Kick-Ass), lo peculiar de The Boys y Watchmen es el momento en que salen. Aunque la novela gráfica Watchmen ya fue adaptada -controversialmente- en el cine por el director Zack Snyder (Watchmen, 2009), la secuela en formato serie que HBO estrenó hace un par de semanas, al igual que la adaptación de “The Boys” producida por Amazon, llega en un escenario en el que el cine se muestra poco predispuesto a la ambigüedad y la crítica social a la hora de producir películas de superhéroes.
Mientras que, por ejemplo, Disney “fuerza” la inclusión de personajes grises y antihéroes en las películas de Star Wars, la cartelera de cine de superhéroes está dominada por impolutos héroes que se enfrentan, una y otra vez, a descartables villains of the week, mientras que las producciones del género “dark” cultivado otrora por los neoconservadores Christopher Nolan y Zack Snyder han declinado y casi desaparecido. El único lugar para la “parodia”, lo “meta” o la “crítica” al género que subsiste es en el collage pastiche de chistes de la posmoderna “Deadpool”, muy lejana a las pretensiones de Alan Moore al escribir el cómic de Watchmen y más cercana a los chistes con referencias pop de “The Big Bang Theory”.
Habiendo comentado muy por encima el estado de la cuestión quisiera presentar brevemente a las protagonistas de este artículo. “The Boys”, estrenada en julio por la megacorporación Amazon (uno de los entes más terroríficos que se yerguen sobre nuestro planeta), está adaptada con mucha libertad del cómic “The Boys” de Garth Ennis (también autor del excelente “Preacher” que ha sido adaptado en una divertida serie de AMC con el mismo nombre) y sigue la historia de un grupo de personas comunes devenidas en “vigilantes” que se encargan de perseguir y asesinar a superhéroes. Sí. Así como lo leyeron. Los “Boys” son un grupo de personas que perdieron seres queridos a manos de superhéroes (que en el mundo de la serie son una suerte de franquicias de atletas manejados por una corporación maligna y con lazos con el fundamentalismo cristiano norteamericano) y buscan venganza, especialmente contra los “Seven”, una suerte de Liga de la Justicia conformada por personas grotescas y perversas. La serie sigue, también, la historia de “Starlight”, una joven niña superhéroe (con trastornos alimenticios) que, después de años de ir a “concursos de belleza para niños con poderes”, a los que su mamá fanática religiosa la llevaba, pasa a formar parte de los “Seven” y descubre desde dentro cuán corrupto es el corporativo mundo de los superhéroes.
Por otro lado, “Watchmen” llega a HBO de la mano de Damon Lindelof (Lost, The Leftovers), quien se propuso crear una secuela al comic (no a la película) creado por Alan Moore (V for Vendetta, Killing Joke, League of Extraordinary Gentlemen, From Hell, y casi todo buen comic que hayan leído) y Dave Gibbons en 1986. Como sabrán (o no) la historia original de Watchmen sucede en un mundo en el que existen vigilantes enmascarados en Estados Unidos que funcionan como un montaje marketinero anti-comunista. Además de estos superhéroes “falsos”, existe el Dr. Manhattan, un hombre creado por un accidente nuclear, que es prácticamente un Dios y ayudó a que los norteamericanos ganen la guerra de Vietnam (el universo Watchmen ocurre en una “línea de tiempo paralela” a la nuestra, con diferencias históricas). La secuela, cuya primera temporada todavía está emitiéndose, ocurre en el año 2019 y sigue la historia de un grupo de personajes en Tulsa, Oklahoma, que se enfrentan a un grupo símil al Ku Klux Klan. No quiero contar demasiado porque se trata de una historia compleja y muy conectada con el cómic original (aunque dicen que se entiende a la perfección sin haber leído el cómic o visto la película, ambas cosas recomendables).
Hay miles de cosas para diseccionar en ambas series (que recién están empezando y ya tienen segunda temporada confirmada en los dos casos) pero no quisiera arruinar ni “spoilear” sus desarrollos, además de que hay tanto que se me hace difícil sintetizar en este texto. Creo que lo central se ubica en que no se trata de superhéroes “complejos” o “humanizados” (o antihéroes “meta” como Deadpool) sino sobre el fascismo implícito en el concepto de “superhéroe” y en la extraña cruza que ha surgido entre una “mitología” contemporánea como son los héroes de ficción y el hecho de que esta mitología fue fabricada por un par de corporaciones, primero en el ámbito editorial del cómic norteamericano (y buscando crear entretenimiento para soldados y amas de casa aburridas) y luego por dos de las más grandes productoras de cine del mundo (Warner Bros y Disney).
Es en ese ámbito, y producidas por otras dos grandes corporaciones, donde asoman la cabeza “The Boys” y “Watchmen”, series acerca de las consecuencias del poder y de los “superhéroes” sobre la vida de los ciudadanos comunes que habitan, obviamente, los Estados Unidos de América.