
Por Javier Lamónica
Reflexiones sobre “Periodismo pedagógico”, de Gabriel Brener
Leyendo a Cortazar, mi profesor de Literatura de tercer año me dijo una vez que un buen texto comienza por el título. No solo porque oficia de antesala o señuelo, sino porque, cuando ha sido producto de un cuidadoso trabajo, también nos permite entender el espíritu de la obra. Leí “Periodismo pedagógico” después de conocer a Gabriel Brener y me acerqué a él sin saber que el libro era de su autoría. Me llamó la atención aquello que parecía una contradicción, o un trabajo compartido. Me di cuenta luego, de que se trataba de una búsqueda; la necesidad de abrir el debate para sacarlo de un ámbito especializado y ponerlo a disposición, extendiéndolo al terreno de la discusión pública. Al mismo tiempo se trataba de un reconocimiento, asunto que el propio autor devela en la introducción: “la escuela ha dejado de ser o de practicar con eficacia el monopolio de la transmisión del saber y de la cultura”. Aquella desacralización que tan claramente explica Dubet en algunos de sus trabajos(2) ha permeabilizado las fronteras entre la institución y su entorno, habilitando el ingreso de nuevos discursos, que compiten con el escolar y ponen a prueba su eficacia y alcance. En este contexto, “Periodismo pedagógico” me resulta interesante por dos razones fundamentales. En primer lugar, porque no niega que en esa batalla discursiva la escuela viene perdiendo terreno hace ya algunas décadas, y luego, porque pudiendo usar otros, decide conscientemente utilizar los mismos medios -aunque no así el lenguaje- para ofrecer una mirada alternativa, de vuelta a la escuela, pero estableciendo un diálogo con otros interlocutores.
El texto compila una serie de artículos y notas periodísticas que dan cuenta de un recorrido profesional que cruza la academia, la gestión escolar, y la administración pública. De este modo, el texto abandona cierta endogamia en la que caen muchos trabajos científicos para ofrecernos un relato verídico sobre la realidad educativa actual. Haciéndose eco del debate acerca de quienes tienen la autoridad para construir a la práctica docente en objeto de estudio y sistematización, Brener se coloca inteligentemente en el medio, tomando distancia de aquellas posiciones que constituyen una pedagogía de escritorio, definiéndose, a la vez, como un especialista dentro del terreno.
Desde su lugar de investigador, director de escuela y funcionario público, Brener recoge una serie de pensamientos y reflexiones que nos permiten introducirnos en el escenario desde una perspectiva que busca romper con ciertas imágenes acerca la escuela, la docencia, los estudiantes y los vínculos que entre ellos se tejen. Estos trabajos se agrupan en tres secciones que giran en torno a diferentes ejes pero que están fuertemente ligados entre sí.
Los artículos incluidos en “Toda educación es política” nos invitan a repensar la idea, muy extendida por cierto, de que la enseñanza debe ser neutral. Como bien explica el autor, lejos de garantizar una pulcra objetividad, esta (supuesta) neutralidad oculta, sostiene y reproduce -parafraseando a Bourdieu(3)– un determinado modo de ver el mundo y de entender las relaciones humanas. Siguiendo su argumento, la propia definición y construcción de un currículum supone un recorte de la realidad,
“Aquello que se enseña, cómo y cuándo, son todas decisiones que no solo instituyen modos de hacer y conocer (dejando de lado otros posibles), sino que también representan ciertas concepciones culturales, determinados paradigmas epistemológicos que dan cuenta de una toma de posición respecto de lo que se considera que los niños, niñas y jóvenes tienen que aprender”.
Pero también los docentes y las familias somos actores políticos cuando decidimos cumplir, no dejar cumplir o resignificar lo que prescribe el diseño. Algunas noticias recientes dan cuenta de ello. En las últimas semanas salieron a la luz una serie de cartas elaboradas por familias y grupos de familias, que se oponían vehementemente a que las escuelas realizaran talleres de Educación Sexual Integral. Claro que no aparecerán cartas de docentes o escuelas explicándole a las familias por qué es que han decidido sortear la ley y no trabajar estos asuntos; pero sabemos también que desde su firma hasta acá una mayoría para nada despreciable de las escuelas de todo el país viene ignorado su existencia o enmascarando su implementación con alguna actividad que de lejos parece ser, pero que cuando miramos de cerca propone exactamente lo contrario. Tampoco desconocemos que muchos de los contenidos asociados a los derechos humanos, que forman parte del currículum en todos los niveles de enseñanza, son puestos en cuestión por docentes, directivos y familias, alegando que “pueden resultar fuertes para ciertas edades” o “depende de donde lo mires”. No hace falta hacer una investigación -ni dar cuenta de ninguna- para hallar que detrás de la preocupación por la estabilidad emocional y mental de los estudiantes se oculta una perspectiva política para nada neutral. Ni en periodismo, ni en pedagogía -como en ninguna otra área del saber- la realidad deja de ser interpretada por los actores que la habitan. Y no me refiero sólo a quienes producen o reproducen el mensaje, sino también a quienes los reciben y formar parte del diálogo,
“Cuando se tapa algo que necesita salir, cuando se evita hablar de lo que se quiere decir, suele suceder que aquello acontezca, de algún modo, sin previo aviso. Que irrumpa de manera inevitable”.
“Toda educación es política” nos recuerda el sentido político de la educación. Nos invita a ver nuestro trabajo como una herramienta que nos permite transformar la realidad. No hace referencia a un expertice técnico sino a una voluntad, la de estar ahí, en la escuela, para animarnos a imaginar otros mundo posibles y para habilitar nuevos diálogos con otros y otras, distintos de uno. Es un llamado a incorporar la dimensión política a la formación, enfrentando de este modo la potencia de los mensajes despolitizadores que promueven identidades confusas y endebles.
En la segunda parte del libro, titulada “Violencias, escuelas y medios”, el autor analiza los discursos y representaciones que los medios masivos de comunicación constituyen sobre los jóvenes, niños, niñas y adolescentes. A lo largo de las páginas aparecen algunas ideas interesantes que nos permiten ver de qué modo la circulación y proliferaciones de ciertas imágenes no sólo describen sino también construyen realidades, condenando al abandono a otros repertorios culturales. En este sentido Brener nos previene,
“Lo que los adultos debemos advertir autocríticamente es la tendencia a mimetizarse con esa especie de mirada turista, propia de algunos medios de comunicación, cuando definen a esos “marcianos” o a esos “violentos” que son los estudiante”.
Volviendo a lo que señalaba unos párrafo atrás, este llamado de atención no está dirigido sólo a los docentes, ya que buena parte de la academia está enferma del mismo mal y produce los mismos síntomas que se describen en la cita escogida. La guionización de las infancias y las adolescencia es también un producto del discurso científico que nos hace ver que buena parte del tránsito de las nuevas generaciones por la escuela transcurre por lugares vacíos, desprovistos de significados, faltos de sentido. Alcanza con leer algunos títulos (como dije, a veces con el título alcanza) para encontrarnos con la idea de colapso, declive, vaciamiento; representaciones que no nos permiten ver y entender lo que sí ocurre dentro de las escuelas y que hacen foco en lo que ya no pasa; agregaría yo, por suerte.
Esta dificultad para producir nuevas miradas sobre lo escolar está fuertemente relacionada con el eje que atraviesa la última parte del libro, que si bien el autor ha dado en llamar “generaciones en diálogo” bien podríamos definir por su negativa, es decir, por el desencuentro que hoy define esas relaciones. Citando a Meirieu, Brener nos dice algo muy cierto y que marca el pulso de esta falta de entendimiento: “lo que hoy separa a una persona de cuarenta años de un adolescente de catorce, es decir, esa distancia generacional, es equivalente a lo que separaba a siete generaciones hace un siglo”. Partiendo de este diagnóstico, los distintos artículos que componen este apartado hacen visible una realidad en la que el simulacro escolar es puesto en evidencia de manera constante por los propios estudiantes. Desde la irrupción del celular, al cual describe como un analizador que permite poner en descubierto distintas tensiones o problemas de la relación pedagógica, que suelen ser anteriores a su aparición, hasta la construcción de la autoridad, entendida no como un mandato sino como un proceso de autorización, el autor nos convoca a restablecer estos lazos, o, más bien, a reformular los principios y los fundamentos de esa relación. En este recorrido, hace foco en la necesidad de volver a discutir los procesos de inclusión, no como sinónimos de homogeneización, sino como una posición que debe asumirse frente a la alteridad y a partir de la cual debemos garantizar que cada uno de nuestros estudiantes sea reconocido en su diferencia.
No podría irme de esta reseña sin dejar de mencionar que quien escribe también lo hace desde una posición. Tener la posibilidad de reflexionar sobre el trabajo de otros, criticar y, eventualmente, recomendar una lectura, instituye a la palabra en herramienta política. Invito a leer “periodismo pedagógico” porque no busca dar respuesta, sino que pretende abrir interrogantes acerca de los modos en los que debemos y podemos habitar la escuela. Como dice Orlando Balbo(4), en tiempos de opacidad, este libro nos invita a construir nuevas miradas en pos de la construcción de una verdadera educación democrática.
(1) Gabriel Brener Se ha desempeñado como docente, directivo y asesor en escuelas primarias y secundarias, así como también en la función de consultor en el ministerio de educación nacional y ministerios provinciales de educación y otras asociaciones de la sociedad civil. Fue secretario académico del Diploma Superior en gestión y conducción de las instituciones educativas (Niveles I y II) Destinado a docentes y directivos de la provincia de Tucumán. Convenio entre UDT (Sindicato Unión de Docentes Tucumanos) y FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales) (2006 – 2007). Coordinador de la capacitación de directivos de las escuelas primarias de la CABA (2005- 2008) y coordinó la Comisión de elaboración del Diseño Curricular del nivel Secundario del Ministerio de educación de la provincia de Chubut (2012). Subsecretario de Equidad y Calidad Educativa del Ministerio de Educación de la Nación. (2013-2015).
Fue Investigador del proyecto de investigación “Los sentidos de la escuela para los jóvenes. Relaciones entre desigualdad, violencia y subjetividad”. Programación Científica UBACyT 2011/2014. Resolución (CS) Nº 2657/11 Sede: Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Directora: Carina Kaplan.
Co-autor de “Violencias en plural. Sociología de las violencias en la escuela” (Comp. Carina Kaplan) Ed. Miño y Dávila Bs As. 2006. y “Violencia escolar bajo sospecha” ( Comp. Carina Kaplan) Ed. Miño y Dávila Bs As. 2009. Co autor de “La escuela inquieta. Explorando nuevas versiones de la enseñanza y del aprendizaje”Comp. Carina Rattero. Ediciones Novedades Educativas, 2103. Buenos Aires.
Autor de “Periodismo Pedagógico. De escuelas, violencias, medios y vínculos entre generaciones” Editorial Mandioca. Bs.As. 2014.
Ha escrito diversos artículos sobre temáticas vinculadas a violencia, medios de comunicación jóvenes, escuela y autoridad educativa.
(2) Para profundizar, leer Dubet, F. (2006). El declive de la institución. Profesiones, sujetos e individuos en la modernidad. Barcelona: Gedisa; (2003), ¿Mutaciones institucionales y/o neoliberalismo? Conferencia inaugural del Seminario Internacional sobre “Gobernabilidad de los sistemas educativos en América Latina” organizado por el IIPE/UNESCO en Buenos Aires, 24 y 25 de Noviembre.
(3) Se hace referencia a la noción de reproducción utilizada por el autor. Bourdieu, P. y Passeron, J. (1979) La reproducción. Elementos para la teoría del sistema de enseñanza. Editorial Laia: México.
(4) Balbo, O. (2018), “Opacidad del concepto educativo en tiempos neoliberales”, Primer Congreso Internacional Educación e Inclusión Desde el Sur. 18, 19 y 20 de octubre. Rio Grande, Tierra del Fuego.
Extraordinario los señalamientos realizados por Brener sobre el Modelo para armar. Lo felicito.