por Pablo Americo
Título original: Machuca/Estreno: 21 de mayo del 2004 (Cannes)/Director: Andrés Wood/Guión: Mamoun Hassan, Gerardo Herrero y Andrés Wood/País de origen: Chile/Clasificación: M13/Duración: 121 minutos
Este Video Club va a ser breve. Me aquejan una serie de dificultades técnicas (se rompió mi celular) y no puedo llevar adelante mi forma típica de escritura: armar estos artículos mientras viajo en colectivo al trabajo. Al estar sin un celular que soporte Google Drive escribí algunas partes de este artículo como notas fragmentarias lo cual, en conjunto con que estuve leyendo a Gramsci y creo que se me pegó algo de la presentación caótica de sus textos desde la cárcel, puede darle un formato algo desprolijo. Después de todo: ¿no es acaso la cárcel para un “centennial” como yo pasar dos semanas sin celular?
La película de esta semana la elegí solo por interés en dos elementos particulares, pero antes de desarrollar eso no me queda opción más que presentar el contexto general. “Machuca” es una película chilena que sigue a un privilegiado chico de once años, Gonzalo Infante (Matías Quer), que estudia en un colegio católico de élite. En medio del fervor allendista, el director de la institución, el padre McEnroe (Ernesto Malbrán)(1), hace ingresar al establecimiento a un grupo de chicos de clase obrera para “darles la oportunidad” de recibir una educación y, al mismo tiempo, enseñarles a los habituales alumnos de clase alta a “respetar” y no discriminar. Entre estos chicos “afortunados” se encuentra Pedro Machuca (Ariel Mateluna), que se hace amigo de Gonzalo, iniciando un estereotipado pero simpático proceso de intercambios culturales elite-pueblo, enmarcados en la progresiva descomposición de la democracia chilena. La tercera rueda de la relación es Silvana (Manuela Martelli), una chica unos años más grande que es vecina de Pedro y que se convierte en el interés romántico de Gonzalo.
El largometraje retrata “desde abajo” los sentidos comunes de la clase social que apoyaba a Allende así como de los grupos que alentaron el golpe de Estado de Pinochet. La atmósfera que describe la película se torna depresiva a medida que los minutos avanzan, a medida que el régimen democrático (y el intento de una democracia socialista) sucumben frente a la llegada de los gusanos(2). El contraste entre los imaginarios de la familia Infante y las ideas de la familia Machuca también son un elemento más que interesante para analizar y para enseñar sobre el tipo de ideas que llevan al colapso de una democracia. La película también permite reflexiones sobre el rol de la educación e incluso algunos elementos sobre la iniciación sexual adolescente. Por donde se lo mire es un film rico en recursos para introducir en un aula.
Yendo al grano, me parece que hay dos momentos del film que pueden ser interesantes puestos bajo la coyuntura actual. El primero responde a lo que el teórico (de derecha) sobre quiebres de democracias, Arturo Valenzuela, describe como el proceso de creciente movilización del oficialismo y la oposición como recurso para demostrar la fuerza de cada uno, un elemento que según él (y su colega español Juan Linz) forma parte de las dinámicas que comienzan a darse cuando una democracia se descompone(3). La película ilustra estos momentos a la perfección a través de dos secuencias: la marcha allendista en el “Parque Forestal” y la movilización del “Frente Nacional” (Partido Nacional) y el cacerolazo de personas de clases medias-altas. Esta segunda secuencia es la que me interesa dado que muestra a miembros de la oposición desleal (en términos Linz-Valenzuela: la oposición que no cree en el funcionamiento del sistema político o no coopera con este) que se manifiestan contra la existencia de un “gobierno marxista” ilegítimo y llaman al uso de la violencia como forma de resistencia.
El contraste que muestra la película puede parecernos familiar: la movilización de militantes de la Unidad Popular al principio de la película muestra un clima semi-festivo, en conjunto con una identificación política de los manifestantes con el proyecto allendista y una adhesión partidaria explícita, al mismo tiempo que se burlan y denuncian a los “momios” (algo así como los “gorilas” de Chile); mientras tanto, la movilización opositora pre-pinochetista muestra a un grupo que se manifiesta contra un adversario “comunista” que debe ser destruido. En ambas marchas hay una reivindicación de la “patria” y la “nacionalidad”, evidentemente leída en términos diferentes por los participantes. La dicotomía que se genera es central en el conflicto: el opositor está fuera de la patria (para los allendistas, la oposición es “anti-patria”, y viceversa).
Silvana, la única testigo de las dos manifestaciones, participa activamente de la marcha allendista y luego acude a la marcha opositora para vender banderas y parafernalia (en un acto que a los argentinos puede recordarnos a esos sujetos que venden “pañuelos verdes” y “celestes” al mismo tiempo: el capitalismo genera oportunidades para todos). En la marcha opositora termina interviniendo en una confrontación contra un grupo de mujeres pre-pinochetistas, dentro de las cuales está María Luisa (Aline Küppenheim, madre de Gonzalo). Los padres de Gonzalo se muestran como sujetos relativamente moderados en comparación a los otros “monios” que aparecen en la película(4), lo cual es evidenciado en esta escena en la que María Luisa intenta bajar la tensión entre Silvana y las mujeres de clase media-alta, para terminar siendo ella la que ataca a la chica allendista. Nota al margen: es un detalle a descubrir el hecho de que dos miembros de la familia Infante (Gonzalo y María Luisa) participan en marchas donde tienen que asumir roles que parecen no convencerlos del todo.
El segundo elemento de la película que me interesa remarcar se materializa en la escena en que se produce una reunión de padres con el cura McEnrow. La mayoría de las familias se muestran preocupadas porque el sacerdote está “concientizando” a sus hijos y “mezclándolos con gente que no tienen que conocer”, a la vez que aseguran que los “nuevos son violentos”. “¿Cuál es la idea de mezclar peras y manzanas?” dice una madre mientras otros acusan a McEnrow de ser un “cura comunista”. Entre griteríos e insultos se genera también una interesante pero breve discusión en torno a la idea de “paternalismo”. El clímax de la escena ocurre cuando una mujer, madre de uno de los “chicos nuevos”, cuenta su historia de vida, marcada por la marginalidad, y dice que “los culpables somos siempre los mismos y a ustedes nadie los va a culpar por seguir siempre con la misma historia”, frente a lo que los padres de los alumnos comienzan a gritarle “resentida” y una mujer pide “que se vayan estos marxistas del colegio de una vez”.
¿A dónde voy haciendo estas observaciones y remarcando estos elementos sobre la polarización de una sociedad entre votantes pobres y ricos que no parecen interesados en los procesos electorales? No tengo tiempo para explicarlo en estos días en que estoy sin celular.
(1) Basado en el sacerdote Gerardo Whelan. Googleen.
(2) Me gusta describir a estos sujetos como gusanos porque dentro de mí habita un fan de The Wall que siempre tiene en la cabeza “Waiting for the Worms” como soundtrack de la crisis democrática.
(3) Al respecto dos aclaraciones importantes. Una es que, para el caso particular de Chile (país de origen del autor), Valenzuela postula la existencia de un proceso de hipermovilización iniciado durante el gobierno del demócrata cristiano Eduardo Frei (1964-1970). La segunda es que hay que tener en cuenta que Arturo Valenzuela, y compinches académicos, representa una corriente dentro de la ciencia política que valora al “centro democrático” como elemento esencial para el funcionamiento de la democracia, visualizando a la democracia como un sistema de consensos racionales en parte garantizados por la existencia de una fuerza política moderada (para una postura antagónica de esta idea ver: Chantal Mouffe y Ernesto Laclau).
(4) Quizá cuando mejor se muestra esto es cuando el padre de Gonzalo (Francisco Reyes) piensa en la posibilidad de exiliarse a Europa y sentencia “El socialismo puede ser para Chile, pero no para nosotros”. En el contexto que muestra la película esta es toda una declaración de moderación.