
Por Gastón Sprejer
Mirian Villani es profesora de EGB 1 y 2, y profesora de Lengua y Literatura para Tercer Ciclo y Ed. Polimodal. Es licenciada en Educación por la Universidad Nacional de Quilmes y master en Enseñanza de la Lengua y la Literatura en Rosario. Actualmente, es docente en el Profesorado de Educación Primaria y Escuela Secundaria Virtual.
Villani parte de una paradoja propia de los tiempos en los que vivimos, planteada en términos de “vínculos líquidos y tecnología espesa”. El siglo XXI trae un cambio radical en las trayectorias escolares, como consecuencia de una crisis en las relaciones familiares y de cambios en las formas de comprender el tiempo, así como de nuevos grupos y códigos culturales. A su vez, hacen aparición nuevas tecnologías con novedosos parámetros comunicacionales. En este contexto, se pregunta ¿cómo superar esta paradoja en el campo educativo? La autora responde proponiendo un diálogo entre diversas experiencias y materiales que muestran distintos caminos posibles.
El libro está estructurado en siete capítulos: “La educación en el marco de la posmodernidad y globalización”, “La lectura y escritura en situación escolar”, “Adquisición de la competencia literaria en tiempos de crisis”, “La literacidad como práctica sociocultural”, “Transposición literaria del cuento o la historieta, mediada por las nuevas tecnologías”, “La poesía multimodal”, “Diario de formación”. En cada uno de estos, Villani expone un abanico de posibilidades que permitan recuperar la importancia del intercambio de saberes y de disciplinas.
Otra de las problemática señalada por Villani es la convivencia de un sistema escolar estático con ritmos y trayectorias escolares diversas. En este sentido, explica que la sociedad actual no es la misma que la que dio origen al sistema escolar. En sus comienzos, la escuela pública buscaba la homogeneidad y la construcción de un sentido de pertenencia a una Nación y a un proyecto de país. A pesar de que los escenarios contemporáneos son múltiples y complejos, muchos de los aspectos del formato escolar original siguen vigentes. Uno de ellos, en términos de Terigi (2010), es el aprendizaje monocrónico que persigue el mismo ritmo para todos, sin tener en cuenta las diversas facetas en que un estudiante se puede expresar y aprender. Además, cuestiona la gradualidad e incluso la misma promoción del estudiante, dado que no garantizan el aprendizaje efectivo. Es decir, la trayectoria ideal (ingresar a tiempo, avanzar de grado por año como sinónimo de aprendizaje), no coincide con lo que en realidad sucede en las aulas. Nos encontramos entonces con la incongruencia de demandas diversificadoras a la escuela y de integridad curricular que simultáneamente se le presenta. Ello, afirma Villani, conlleva a plantear alternativas del pensamiento complejo para comprender las dualidades y operar sobre ellas.
“El lenguaje nunca es inocente” porque en la gramática incorporada por una persona se esconde una forma de comprender al mundo. En efecto, el lenguaje y el pensamiento están estrechamente relacionados. La lengua materna sedimentada es una evidencia de un ordenamiento del mundo conocido. De esta manera, Villani se pregunta cuántos lenguajes conviven en un aula. El desafío escolar consiste en la construcción de otra forma de concebir al mundo sin inhibir al materno, resolviendo las tensiones que aparecen en las actividades de lectura y escritura. La escuela debe resolver el pasaje del código restringido a un código más amplio y, en este libro, la autora nos sugiere diversos caminos posibles.
La incorporación de la tecnología rompe con la centralización del libro y, con ello, modifica el lugar del saber. Según Villani, nos encontramos en tiempos de procesos narrativos que proponen otras líneas y generan diversos recorridos posibles. En la actualidad, la tecnología remite a nuevos modos de percepción, a nuevas sensibilidades y escrituras, que obligan a repensar las estrategias escolares. La tecnología cambia el modo y las condiciones de conocer. Esto conduce al opacamiento de las fronteras entre razón e imaginación, conocimiento e información, saber experto y experiencia profana. Freire (2015) explicaba hace ya varias décadas que aprender a escribir no es solo copiar letras o sílabas, sino expresar ideas. Es decir, alfabetizarse no significa repetir palabras, sino poder decir las propias. Su pedagogía liberadora propone que alumnos y maestros inicien juntos, como oprimidos, la tarea de liberarse a sí mismos apropiándose del mundo que los rodea. Villani explica que hoy en día la temática es la misma. El educador debe encontrar los medios para dar y recibir la palabra. Esto requiere de acciones interdisciplinarias y transversales para confluir en un proceso de enseñanza y aprendizaje capaz de entregar estrategias que permitan al hombre estar atento a cualquier intento de homogeneización de su pensamiento. Por ello, la educación tiene que volver a formar personas críticas capaces de interactuar y de estar alertas, porque el lenguaje con sus diversas manifestaciones, nunca es inocente.
Bibliografía
Villani, M (2018) El lenguaje nunca es inocente. Quehaceres educativos que atienden a la diversidad y la inclusión. Buenos Aires. Stella.
Freire, P. (2015) Pedagogía del oprimido. Buenos Aires. Siglo Veintiuno.
Terigi, F. (2010). “La cronología del aprendizaje: un concepto para pensar las trayectorias escolares” en conferencia La Pampa, Argentina.
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